«¡Te ha vuelto a pillar! Tu hijo te ha contado una trola y no sabes cómo reaccionar. Sientes una mezcla de frustración, decepción y hasta un poco de enfado. Es normal. Pero, respira. Antes de entrar en modo interrogatorio, párate a pensar: ¿y si esa mentira no fuera un acto de rebeldía, sino una torpe llamada de atención? Las mentiras infantiles casi siempre esconden una emoción que los peques no saben gestionar.»