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  • Convulsiones Febriles en Bebés: Guía para Padres | Qué Hacer

    Convulsiones Febriles en Bebés: Guía para Padres | Qué Hacer

    Uno de los momentos más angustiosos que pueden vivir unos padres es ver a su hijo pequeño, ardiendo de fiebre, sufrir una convulsión. La imagen es impactante y el miedo se apodera de nosotros en segundos. Sin embargo, aunque la experiencia es aterradora, es fundamental saber que las convulsiones febriles son, en la gran mayoría de los casos, un evento benigno y sin secuelas a largo plazo.

    Saber qué son y cómo actuar no solo te dará tranquilidad, sino que te permitirá manejar la situación de la forma más segura para tu bebé. ¡Vamos a ello!

    ¿Qué son exactamente las convulsiones febriles?

    Imagina el cerebro de tu bebé como un sistema eléctrico en pleno desarrollo. A veces, una subida brusca de la temperatura corporal, es decir, la fiebre, puede provocar una especie de «cortocircuito» temporal. Eso es, en esencia, una convulsión febril.

    Son una respuesta del cerebro inmaduro de un niño a la fiebre. Suelen ocurrir en niños sanos de entre 6 meses y 5 años de edad y, lo más importante: no son un signo de epilepsia ni causan daño cerebral.

    Como bien explican los expertos desde la Asociación Española de Pediatría (AEPED) en su portal para familias, EnFamilia, la mayoría de los niños que las sufren no volverán a tenerlas y crecerán sin ningún tipo de problema neurológico.

    Existen dos tipos principales:

    • Simples: Son las más comunes. Duran menos de 15 minutos (normalmente solo un par de minutos) y no se repiten en 24 horas.
    • Complejas: Son menos frecuentes. Duran más de 15 minutos, pueden afectar solo a una parte del cuerpo o repetirse durante el mismo proceso febril.

    Identificando una convulsión febril: ¿Qué síntomas debo buscar?

    Durante una de estas crisis, es probable que tu bebé presente los siguientes síntomas:

    • Pérdida de conocimiento: El niño no responde a estímulos.
    • Sacudidas rítmicas: Brazos y piernas se mueven de forma espasmódica y sin control.
    • Rigidez corporal: Todo su cuerpo se pone tenso y rígido.
    • Ojos en blanco o mirada fija.
    • Puede emitir ruidos extraños, babear o incluso vomitar.
    • A veces, la piel puede adquirir un tono azulado alrededor de la boca por la falta momentánea de una respiración regular.

    Aunque la lista asusta, recuerda que es un episodio temporal. Lo crucial es saber cómo reaccionar.

    Calma, que no cunda el pánico: Cómo reaccionar paso a paso

    Ver a tu hijo en este estado es sobrecogedor, pero tu calma es su mayor protección. Aquí tienes una guía clara de lo que debes hacer:

    1. Lo primero, y más difícil: mantén la calma. Respira hondo. Necesitas pensar con claridad para ayudar a tu bebé.
    2. Coloca al bebé en un lugar seguro. La mejor opción es el suelo, sobre una alfombra o manta. Apártalo de muebles u objetos con los que pueda golpearse.
    3. Ponlo de lado (posición lateral de seguridad). Esto es VITAL. Ayuda a que la saliva o un posible vómito salgan de la boca y evita que se atragante.
    4. NO le metas nada en la boca. Ni los dedos, ni un paño, ni medicamentos. Es un mito peligroso que puede causarle lesiones o asfixia. Un niño no se puede tragar la lengua durante una convulsión.
    5. NO intentes sujetarlo ni detener sus movimientos. Podrías hacerle daño sin querer. Simplemente acompáñalo y asegúrate de que su entorno es seguro.
    6. Cronometra la duración. Coge el móvil y mira cuánto dura el episodio. Este dato será muy importante para el pediatra.
    7. Llama a Urgencias (112) si es la primera vez que le ocurre, si la convulsión dura más de 5 minutos o si notas que tiene dificultades para respirar cuando termina.

    Después de la convulsión: ¿Qué esperar?

    Una vez que las sacudidas cesan, el niño suele entrar en una fase llamada «postcrítica». Es normal que esté muy somnoliento, desorientado o confundido durante un rato, que puede ir desde unos minutos hasta una hora. Déjale descansar, pero mantente a su lado vigilándolo.

    Aunque la fiebre en bebés sea la causa, es fundamental que un médico valore a tu hijo después de una primera convulsión febril. El objetivo es confirmar el diagnóstico y, sobre todo, encontrar el origen de la fiebre (una otitis, una infección de garganta, etc.) para tratarla adecuadamente.

    La temida fiebre en bebés: ¿Puedo prevenir las convulsiones?

    Esta es la pregunta del millón. Y la respuesta sincera es: no siempre. Las convulsiones febriles a menudo ocurren con la subida rápida de la temperatura, a veces incluso antes de que los padres se den cuenta de que el niño tiene fiebre.

    Aunque tratar la fiebre en bebés con antitérmicos (paracetamol o ibuprofeno, siempre siguiendo la pauta del pediatra) y medidas físicas (ropa ligera, ambiente fresco) ayuda a que el niño se sienta mejor, no se ha demostrado que prevenga de forma eficaz la aparición de una convulsión febril.

    Lo más importante es no obsesionarse con bajar la fiebre a toda costa, sino tratarla para mejorar el bienestar general del pequeño.

    En resumen, las convulsiones febriles son una de las experiencias más angustiosas para cualquier padre o madre, pero saber que son un proceso benigno y tener claro el protocolo de actuación lo cambia todo.

    Saber es poder, y en situaciones de estrés, tener la información correcta marca la diferencia entre el pánico y la acción controlada. Ahora ya estás preparado para actuar con seguridad si la fiebre en bebés decide darte este susto.

    Preguntas Frecuentes

    Q: ¿Significa que mi hijo tendrá epilepsia en el futuro si sufre una convulsión febril?

    A: No, una convulsión febril no es un signo de epilepsia. Es una reacción de un cerebro sano pero inmaduro a una subida brusca de la temperatura. La inmensa mayoría de los niños que las padecen no desarrollan epilepsia ni sufren secuelas neurológicas.

    Q: Después de que la convulsión termine, ¿debo llevar siempre a mi hijo al médico?

    A: Sí, especialmente si es la primera vez. Es fundamental que un médico evalúe al niño para confirmar que se trató de una convulsión febril benigna y, sobre todo, para identificar y tratar la infección que está causando la fiebre.

    Q: Si los medicamentos para la fiebre no previenen las convulsiones, ¿tiene sentido dárselos?

    A: Sí. Aunque los antitérmicos (paracetamol o ibuprofeno) no han demostrado prevenir eficazmente las convulsiones febriles, sí son importantes para aliviar el malestar general y el dolor asociados a la fiebre, mejorando el confort de tu hijo.

  • Convulsiones Febriles en Bebés: Guía para Padres | Cómo Actuar

    Convulsiones Febriles en Bebés: Guía para Padres | Cómo Actuar

    Convulsiones Febriles en Bebés: Una Guía para Padres sobre Cómo Actuar

    El corazón se te para. Tu bebé, que hace un momento solo tenía un poco de fiebre, de repente empieza a tener espasmos, su cuerpo se pone rígido y su mirada se pierde. Es una de las experiencias más angustiantes que unos padres pueden vivir.

    Pero respira hondo. Aunque la escena es alarmante, las convulsiones febriles no suelen ser tan peligrosas como parecen. Lo más importante es mantener la calma y saber cómo actuar. Esta guía está pensada para darte la tranquilidad y la información que necesitas en un momento tan delicado.

    ¿Qué son exactamente las convulsiones febriles?

    Vamos a lo básico. Una convulsión febril es una crisis convulsiva que ocurre en niños pequeños, generalmente entre los 6 meses y los 5 años, provocada por un aumento brusco de la temperatura corporal. En otras palabras, es una reacción del cerebro en desarrollo a la fiebre en bebés y niños.

    Lo primero que debes saber es que no son un tipo de epilepsia. Aunque la apariencia es similar a una crisis epiléptica, la causa es la fiebre. La gran mayoría de los niños que las sufren crecen sin ninguna secuela neurológica.

    ¿Cómo identifico una convulsión febril?

    Durante una de estas crisis, tu bebé podría:

    • Perder el conocimiento.
    • Tener espasmos o sacudidas en brazos y piernas.
    • Poner el cuerpo rígido.
    • Poner los ojos en blanco.
    • Dejar de respirar por unos segundos.

    Suelen durar desde unos pocos segundos hasta un par de minutos. Aunque te parezca una eternidad, es crucial que mantengas la serenidad para poder ayudarle.

    Cómo actuar: El paso a paso durante la crisis

    Aquí llega el momento clave. Tu bebé está teniendo una convulsión. ¿Qué haces? Sigue estos pasos, en este orden.

    1. Mantén la calma (de verdad)

    Es lo más difícil y lo más importante. Tu bebé te necesita tranquilo. Recuerda: la crisis pasará y, en la mayoría de los casos, no dejará secuelas.

    2. Coloca al bebé de lado y en un lugar seguro

    Acuéstalo en el suelo o en una cama, lejos de objetos duros o puntiagudos. Gíralo suavemente sobre uno de sus costados. Esta postura (posición lateral de seguridad) ayuda a que la saliva o un posible vómito salgan de su boca, evitando que se atragante.

    3. No le metas nada en la boca

    Olvídate del mito de que se puede tragar la lengua. Es anatómicamente imposible. Nunca intentes introducir los dedos ni ningún objeto en su boca. Podrías hacerle daño o provocar una obstrucción.

    4. Controla la duración de la crisis

    Mira el reloj. Saber cuánto ha durado la convulsión es una información muy valiosa para el pediatra. Si es la primera vez, es normal que no pienses en ello, pero si puedes, hazlo.

    5. No intentes bajar la fiebre durante la convulsión

    No es el momento de ponerle paños húmedos ni de intentar darle un antitérmico. Tu única prioridad es su seguridad física hasta que la crisis termine.

    ¿Cuándo debo llamar a emergencias (112)?

    Aunque la mayoría de las convulsiones febriles son breves y se resuelven solas, debes buscar ayuda médica urgente si:

    • La convulsión dura más de 5 minutos.
    • El bebé tiene dificultad para respirar o su piel se pone azulada.
    • Es la primera vez que le ocurre.
    • El niño parece muy enfermo después de la crisis o no se recupera con normalidad.

    Siempre, tras una primera convulsión febril, debes acudir a un servicio de urgencias o consultar con tu pediatra para que valore al niño y descarte otras causas.

    Y después, ¿qué?

    Una vez que la convulsión ha pasado, es normal que tu bebé esté somnoliento, confundido o irritable durante un rato. Déjale descansar.

    Ahora sí es el momento de controlar la fiebre en bebés. Puedes administrarle el antitérmico que te haya pautado tu pediatra (paracetamol o ibuprofeno), mantenerle con poca ropa y ofrecerle líquidos. Para medir la fiebre de forma fiable, es esencial un termómetro para bebés.

    Es normal que te quedes con muchas dudas y miedos. ¿Volverá a pasar? ¿Le causará algún daño a largo plazo? La probabilidad de que se repita existe (en torno a un 30%), sobre todo si el primer episodio fue antes de los 15 meses. Sin embargo, el riesgo de que las convulsiones febriles evolucionen a epilepsia es muy bajo. Para una visión más profunda y técnica, la Asociación Española de Pediatría (AEPED) ofrece información muy detallada y fiable para familias.

    En resumen, ver a tu hijo en medio de una crisis es una experiencia que te marcará. Pero ahora tienes la herramienta más poderosa: el conocimiento. Saber cómo actuar te da el control en una situación que parece incontrolable, permitiéndote proteger a lo que más quieres de la forma más eficaz.