Son las 3 de la mañana. El silencio de la casa se rompe con un grito: «¡Mamáaaa! ¡Papáaaa!». Corres a su habitación y te encuentras a tu pequeño de 4 años sentado en la cama, con los ojos como platos y el corazón a mil por hora. «Hay un monstruo en mi armario», te dice entre sollozos.
Si esta escena te resulta familiar, respira. No estás solo/a y, lo más importante, a tu hijo no le pasa nada «raro». Bienvenidos al fascinante y, a veces, agotador mundo de los miedos nocturnos en niños.
Entre los 3 y los 5 años, el cerebro de los peques es una auténtica explosión de creatividad e imaginación. Es una etapa maravillosa en la que inventan juegos increíbles y amigos imaginarios. Pero esa misma imaginación desbordante tiene una cara B: por la noche, cuando todo está en silencio y las sombras se alargan, puede jugarles malas pasadas.
¿Por qué aparecen los miedos nocturnos en niños?
Entender el origen de estos miedos es el primer paso para poder acompañarlos de forma respetuosa. No se trata de un capricho ni de una llamada de atención para manipularte; es una parte fundamental de su desarrollo.
La imaginación al poder (y al terror)
A esta edad, la línea que separa la fantasía de la realidad es muy, muy fina. Un cuento sobre un dragón que leísteis por la tarde puede transformarse en una sombra terrorífica en la pared por la noche. Los ruidos normales de la casa (el crujido del parqué, la nevera al encenderse) se convierten en pasos de un gigante. Su cerebro está aprendiendo a procesar el mundo, y por la noche, con menos estímulos externos, la imaginación toma el control.
Diferencia clave: ¿Pesadillas o terrores nocturnos?
Es crucial saber a qué nos enfrentamos, porque no es lo mismo una pesadilla que un terror nocturno.
- Pesadillas en niños: Son, básicamente, malos sueños. Ocurren en la fase REM del sueño (la más ligera). El niño se despierta asustado, es consciente de tu presencia y suele recordar lo que ha soñado. Busca tu consuelo y lo necesita para volver a calmarse.
- Terrores nocturnos: Son mucho más aparatosos y angustiantes para los padres. Ocurren en la fase de sueño profundo. El niño puede gritar, llorar, agitarse e incluso tener los ojos abiertos, pero en realidad sigue dormido. No es consciente de que estás ahí y, si intentas despertarlo, puede agitarse más. A la mañana siguiente, no recordará absolutamente nada.
Para una información más detallada sobre esta diferencia, la Asociación Española de Pediatría (AEPED) ofrece una guía clara en su portal EnFamilia. Lo más importante con los terrores nocturnos es no intervenir bruscamente; simplemente quédate a su lado para asegurar que no se haga daño y espera a que pase el episodio.
Estrategias prácticas para acompañar el miedo a la oscuridad y otras fobias
Ahora que entendemos el «porqué», vamos al «cómo». ¿Qué podemos hacer para ayudarles a transitar esta etapa? Aquí tienes algunas ideas que funcionan.
Valida sus emociones: «Veo que tienes miedo»
Lo peor que podemos hacer es invalidar su sentimiento con frases como «eso es una tontería» o «los monstruos no existen». Para él, en ese momento, el miedo es 100% real.
En lugar de negar su miedo, reconócelo. Frases como «Veo que estás muy asustado, pero tranquilo/a, estoy aquí contigo para protegerte» son mucho más eficaces. Le estás diciendo que entiendes lo que siente y que no está solo.
Crea una rutina relajante antes de dormir
La anticipación y la rutina dan seguridad. Una hora antes de acostarse, baja el ritmo de la casa:
- Fuera pantallas: La luz azul de tablets y móviles sobreexcita el cerebro.
- Un baño templado: Ayuda a relajar los músculos.
- Cuentos tranquilos: Elige historias con finales felices y sin personajes que den miedo.
- Música suave o un poco de charla tranquila sobre las cosas bonitas del día.
Esta rutina le indica a su cerebro que es hora de relajarse y prepararse para un descanso seguro.
Convierte la habitación en un bastión de seguridad
El miedo a la oscuridad es uno de los más comunes. No le obligues a dormir a oscuras si no quiere.
- Luz de noche: Utiliza una pequeña luz quitamiedos con una tonalidad cálida. Le dará un punto de referencia si se despierta.
- El «spray anti-monstruos»: Un simple pulverizador con agua y unas gotitas de lavanda (que además relaja) puede ser un arma mágica. Rociad juntos debajo de la cama y en el armario antes de dormir para «espantar» a cualquier bicho.
- Revisa con él/ella: Si te dice que hay algo en el armario, ábrelo con él y decid juntos: «¡Aquí no hay nada, fuera de aquí!». Le das poder sobre su propio miedo.
Según expertos como los de la Sleep Foundation, normalizar el uso de una luz nocturna es una estrategia eficaz y no crea dependencia a largo plazo.
¿Qué hacer durante las pesadillas en niños?
Cuando el llanto te despierte, acude con calma. Tu serenidad es su mejor ancla.
- Abrázale y consuélale con voz suave.
- Recuérdale que solo era un mal sueño y que ya ha pasado.
- Quédate con él hasta que se calme. No tengas prisa.
- Si es necesario, puedes ofrecerle un poco de agua.
- Evita encender todas las luces o iniciar actividades que le desvelen por completo.
Lo que NO debemos hacer ante los miedos nocturnos
Tan importante como saber qué hacer es saber qué evitar. Ciertos comportamientos, aunque bienintencionados, pueden empeorar la situación.
- Nunca te enfades ni le castigues por tener miedo. El miedo es una emoción involuntaria.
- No ignores su llamada. Sentirse solo en mitad de la noche alimenta aún más el pánico.
- Evita ridiculizar su miedo delante de otros («Juanito es un miedica, todavía duerme con luz»). Esto daña su autoestima.
- No uses sus miedos para amenazarle durante el día («Si no te portas bien, vendrá el monstruo por la noche»). Es cruel y contraproducente.
Paciencia y mucho amor: la mejor fórmula
Recuerda que los miedos nocturnos en niños son una fase. Pasarán, igual que pasaron los cólicos del lactante o la angustia por separación. Tu papel no es eliminar el miedo por arte de magia, sino ser su lugar seguro, su faro en la noche.
Cada abrazo, cada palabra de consuelo y cada revisión de armario está construyendo en tu hijo un pilar fundamental: la confianza de que, pase lo que pase, mamá y papá estarán ahí para protegerle. Y esa, sin duda, es la mejor herramienta para vencer a cualquier monstruo.
Preguntas Frecuentes
Q: Mi hijo ahora solo duerme con el ‘spray anti-monstruos’ y la luz de noche, ¿estoy creando una dependencia que será peor a largo plazo?
A: No, al contrario. Estas herramientas, como el spray o la luz, no crean una dependencia negativa, sino que le dan a tu hijo una sensación de control y seguridad en una etapa en la que su imaginación es muy poderosa. Son ‘anclas’ temporales. A medida que su cerebro madure y gane confianza en sí mismo, la necesidad de estos objetos desaparecerá de forma natural. Lo importante es que ahora le ayudan a sentirse seguro para poder descansar.
Q: ¿Qué hago si mi hijo tiene un terror nocturno? Es muy angustiante verlo gritar y agitarse.
A: Lo más importante durante un terror nocturno es mantener la calma y no intervenir bruscamente. No intentes despertarlo, ya que está en una fase de sueño profundo y podría agitarse más. Tu única misión es velar por su seguridad: quédate a su lado para asegurarte de que no se golpee y habla en un tono muy suave y tranquilo. El episodio pasará por sí solo y, a la mañana siguiente, no recordará nada.
Q: Si siempre acudo a consolar a mi hijo y me quedo en su cuarto, ¿no estoy fomentando que quiera dormir en mi cama todas las noches?
A: Ofrecer consuelo no es sinónimo de crear un mal hábito, sino de atender una necesidad emocional real. La clave es reconfortarlo en su propio espacio para reforzar que su habitación es un lugar seguro. Siéntate a su lado, abrázalo y quédate hasta que se calme. Atender su miedo de forma inmediata y en su entorno le dará la seguridad para volver a dormirse solo con el tiempo, reduciendo la necesidad de buscar tu cama.
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