La lactancia es un viaje increíble, pero seamos sinceras, no siempre es un camino de rosas. Cuando crees que ya le has pillado el truco, de repente, ¡zas!, aparece un dolor intenso en el pecho, te sientes fatal y la fiebre empieza a subir. Si esta situación te suena, es muy probable que estés ante una mastitis.
Tranquila. Es mucho más común de lo que piensas y, con la información correcta, puedes atajarla a tiempo. En esta guía actualizada a 2025, vamos a desgranar qué es la mastitis, cómo reconocer sus señales de alerta y, lo más importante, qué puedes hacer para sentirte mejor cuanto antes.
¿Qué es exactamente la mastitis y por qué aparece?
En pocas palabras, la mastitis es la inflamación del tejido mamario, que a veces puede ir acompañada de una infección. Imagina que uno de los conductos por los que fluye la leche se obstruye. La leche se acumula, la presión aumenta y la zona se inflama. Esto se conoce como una mastitis no infecciosa o inflamatoria.
Si a esta obstrucción se le suma la entrada de bacterias (a través de una pequeña grieta en el pezón, por ejemplo), la cosa se complica y pasamos a tener una mastitis infecciosa.
Las causas más habituales son:
- Un mal vaciado del pecho: Ya sea por un agarre incorrecto del bebé, tomas demasiado espaciadas o porque el bebé de repente duerme más por la noche (¡bendito problema!).
- Obstrucción de un conducto: A veces, la leche más densa puede crear un «tapón» que impide el flujo normal.
- Grietas en el pezón: Son una puerta de entrada perfecta para las bacterias.
- Presión excesiva sobre el pecho: Sujetadores muy apretados, con aros, o incluso dormir boca abajo pueden dificultar el drenaje.
Los Síntomas de la Mastitis que No Debes Ignorar
Identificar la mastitis a tiempo es clave para evitar que se complique. Los síntomas pueden aparecer de forma muy repentina y se suelen dividir en dos grandes grupos.
Señales de Alerta Clásicas (Mastitis Aguda)
Esta es la forma más «escandalosa» y fácil de identificar. Si tienes mastitis aguda, es probable que experimentes:
- Dolor, calor y enrojecimiento: Una zona del pecho (normalmente en forma de cuña) se pone roja, caliente al tacto y muy sensible.
- Un bulto duro y doloroso: Notarás una masa o induración en el área afectada.
- Fiebre alta: A menudo superior a 38,5 °C.
- Síntomas gripales: Escalofríos, dolor muscular, cansancio extremo y malestar general. Muchas mujeres lo describen como «la peor gripe de mi vida».
- Sensación de ardor: Especialmente durante o justo después de dar el pecho.
El Desafío de la Mastitis Subaguda
Aquí es donde la cosa se pone un poco más complicada. La mastitis subaguda es una forma más silenciosa y crónica de inflamación. No suele cursar con fiebre ni con un enrojecimiento evidente, lo que hace que a menudo se confunda con otras cosas, como la candidiasis mamaria.
Los síntomas de la mastitis subaguda son más sutiles pero igual de molestos:
- Dolor punzante y agudo: Muchas mujeres lo describen como «pinchazos», «agujas» o «cristales» dentro del pecho, sobre todo durante y después de la toma.
- Sensación de quemazón interna.
- Tomas muy dolorosas: El dolor puede hacer que quieras retirar al bebé del pecho.
- A veces, se asocia a tomas que se hacen «eternas» o a un bebé que parece irritado en el pecho.
El diagnóstico de la mastitis subaguda es más complejo y es fundamental que lo valore un profesional (matrona, asesor/a de lactancia o ginecólogo/a), ya que el tratamiento es diferente al de la mastitis aguda. A menudo, está causada por un desequilibrio en la flora bacteriana del pecho. Si sospechas que puedes tener una mastitis subaguda, no dudes en consultar.
¿Qué son las Perlas de Leche y qué tienen que ver?
Hablando de obstrucciones, es imposible no mencionar las famosas perlas de leche. Una perla de leche (o bleb) es un puntito blanco, brillante y diminuto en la punta del pezón. Es, básicamente, un poro obstruido por un poco de leche que se ha espesado y solidificado, cubierto por una fina capa de piel.
Aunque parezca inofensiva, una perla de leche puede ser increíblemente dolorosa, como si te clavaran una aguja cada vez que el bebé succiona. Y lo más importante: actúa como un tapón. La leche no puede salir por ese poro, se acumula detrás y puede desencadenar una obstrucción mayor y, finalmente, una mastitis. De hecho, las perlas de leche son una causa frecuente de dolor asociado a la mastitis subaguda.
Si tienes una perla de leche, aplica calor antes de la toma y frota suavemente con una toalla. A veces, la propia succión del bebé es suficiente para romperla. Nunca intentes pincharla tú misma en casa, ya que podrías provocarte una infección. Si no se resuelve, tu matrona puede ayudarte a quitarla de forma segura.
Alivio Inmediato: Estrategias para Combatir el Dolor de la Mastitis
Vale, tienes el diagnóstico (o una sospecha muy fuerte). ¿Y ahora qué? Tu objetivo principal es doble: drenar el pecho y reducir la inflamación.
Lo Primero y Más Importante: ¡Sigue Dando el Pecho!
Puede que sea lo último que te apetezca hacer, pero es lo más eficaz. Vaciar el pecho afectado es la medida más importante para resolver la obstrucción.
- Ofrece primero el pecho afectado: El bebé succiona con más fuerza al principio de la toma, lo que ayudará a desatascar el conducto.
- Varía las posturas: Intenta colocar la barbina del bebé apuntando hacia la zona dura. Esto ayuda a drenar mejor esa área.
- Masajea mientras das el pecho: Con los nudillos o los dedos, masajea suavemente desde la zona endurecida hacia el pezón para ayudar a que la leche fluya.
- Si el dolor es insoportable, puedes usar un sacaleches para vaciar el pecho. Lo importante es que la leche salga.
Frío y Calor: Tus Aliados contra la Inflamación y el Dolor
La terapia de frío y calor es tu mejor amiga durante una mastitis. Según la Asociación Española de Pediatría (AEPED), usarla correctamente puede marcar una gran diferencia.
- Calor ANTES de la toma: Aplica una compresa caliente, una ducha de agua tibia o un saquito de semillas sobre la zona afectada durante unos minutos antes de poner al bebé al pecho. Esto ayuda a dilatar los conductos y facilita la salida de la leche.
- Frío DESPUÉS de la toma: Una vez has vaciado el pecho, aplica una compresa fría o una bolsa de guisantes congelados (envuelta en un paño) durante 10-15 minutos. El frío es un potente antiinflamatorio y te proporcionará un gran alivio del dolor y la quemazón.
Descanso y Cuidado Personal
La mastitis no es una tontería. Tu cuerpo está luchando contra una inflamación o una infección, y necesitas descansar para recuperarte.
- Pide ayuda y descansa todo lo que puedas. Túmbate en la cama o en el sofá con tu bebé y dedícate solo a alimentarlo y a recuperarte.
- Bebe muchos líquidos para mantenerte bien hidratada.
- Usa ropa cómoda y sujetadores de lactancia que no te aprieten. ¡Fuera aros!
¿Cuándo Debes Acudir al Médico?
Las medidas de autocuidado son fundamentales, pero hay momentos en los que necesitas ayuda profesional sí o sí. Según fuentes de referencia como la Clínica Mayo, es importante no demorar la consulta.
Contacta con tu médico o matrona si:
- Tus síntomas no mejoran en las primeras 12-24 horas de aplicar las medidas de alivio.
- Tienes fiebre alta y te sientes muy enferma.
- Ves pus o sangre en la leche.
- Los síntomas aparecen en ambos pechos a la vez.
- Sospechas que tienes una mastitis subaguda que no remite, para que puedan valorar un tratamiento específico.
Es probable que te receten un antibiótico compatible con la lactancia. Es crucial que completes el tratamiento aunque te sientas mejor a los pocos días. También puedes tomar analgésicos como el ibuprofeno o el paracetamol, que son seguros durante la lactancia y te ayudarán a controlar el dolor y la fiebre.
No dejes pasar una mastitis. Si no se trata adecuadamente, puede derivar en un absceso mamario, una complicación más seria que puede requerir drenaje quirúrgico.
En definitiva, la mastitis puede ser un bache importante en tu lactancia, pero no tiene por qué ser el final. Escucha a tu cuerpo, actúa rápido ante los primeros síntomas, no dudes en pedir ayuda y, sobre todo, sé amable contigo misma. Estás haciendo un trabajo increíble.
Este articulo puede contener enlaces de afiliación
Preguntas Frecuentes
Q: Si tengo mastitis, ¿es seguro seguir amamantando a mi bebé con el pecho afectado?
A: Sí, es completamente seguro y, de hecho, es la medida más importante para tu recuperación. La leche no es perjudicial para el bebé, incluso si hay una infección bacteriana. Vaciar el pecho ayuda a resolver la obstrucción y aliviar la inflamación, por lo que tu bebé es tu mejor aliado en este proceso.
Q: ¿Puedo seguir dando el pecho si mi médico me receta antibióticos para la mastitis?
A: Sí, por supuesto. Los médicos siempre recetan antibióticos que son totalmente compatibles con la lactancia materna. Es fundamental que continúes amamantando mientras tomas el tratamiento para asegurar el correcto drenaje del pecho y evitar complicaciones. Asegúrate de completar todo el ciclo de antibióticos que te indiquen, aunque te sientas mejor antes.
Q: Tengo un bulto doloroso y rojo en el pecho, pero no tengo fiebre. ¿Podría ser mastitis y qué debo hacer primero?
A: Sí, es muy probable que sea el inicio de una mastitis. La fiebre no siempre aparece al principio. Lo primero que debes hacer es enfocarte en drenar ese pecho: ofrece ese lado a tu bebé con más frecuencia, masajea la zona dura hacia el pezón durante la toma y aplica calor húmedo justo antes de amamantar. Después de la toma, aplica frío para reducir la inflamación y el dolor. Si no mejoras en 12-24 horas o si aparece fiebre, contacta con tu médico.
