Maniobra de Kristeller: Riesgos, Secuelas y la Lucha por un Parto Respetado

Maniobra de Kristeller: Riesgos, Secuelas y la Lucha por un Parto Respetado

El embarazo es una montaña rusa de emociones, planes y, sobre todo, expectativas. Seguramente has imaginado mil veces cómo será el día que conozcas a tu bebé. Quieres que sea un momento especial, seguro y respetado. Sin embargo, a veces, en el fragor del parto, se realizan prácticas que, lejos de ayudar, pueden poner en riesgo tu salud y la de tu hijo. Una de las más controvertidas es, sin duda, la maniobra de Kristeller.

Puede que te suene el nombre o puede que no, pero es fundamental que sepas de qué se trata. Porque la información es poder, y en el parto, tener poder sobre tu propio cuerpo es un derecho innegociable.

¿Qué es exactamente la maniobra de Kristeller?

Imagina la escena: estás en la fase final del parto, empujando con todas tus fuerzas, pero el bebé parece no avanzar. De repente, sientes una presión inmensa y dolorosa en la parte alta de la barriga. Alguien (normalmente un ginecólogo o una matrona) está empujando con sus manos o su antebrazo tu útero hacia abajo, con la supuesta intención de «ayudar» a que el bebé salga.

Eso, en esencia, es la maniobra de Kristeller. Es una técnica descrita en el siglo XIX que consiste en aplicar presión externa sobre el fondo del útero durante el expulsivo para, teóricamente, acortar esta fase del parto. Suena a una ayuda desesperada, ¿verdad? El problema es que esta «ayuda» no solo no ha demostrado ser eficaz, sino que además conlleva riesgos muy serios.

Tanto es así que organizaciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el propio Ministerio de Sanidad de España desaconsejan su uso de forma rotunda. En su Guía de Práctica Clínica sobre la Atención al Parto Normal, se establece claramente que «no se recomienda realizar la maniobra de Kristeller durante el periodo expulsivo» debido a la falta de evidencia sobre sus beneficios y la notificación de efectos adversos graves.

Los riesgos ocultos: por qué esta maniobra es peligrosa

Cuando se aplica una fuerza tan descontrolada sobre el cuerpo de una mujer en un momento tan vulnerable, las consecuencias pueden ser devastadoras. Los riesgos no son una exageración, están documentados y son el principal motivo por el que esta práctica debería estar erradicada.

Riesgos para la madre:

  • Desgarros perineales graves: La salida brusca y forzada del bebé aumenta drásticamente la probabilidad de sufrir desgarros de tercer y cuarto grado.
  • Rotura uterina: Una presión excesiva puede llegar a romper el útero, una complicación extremadamente grave que requiere cirugía de emergencia y puede comprometer la vida de la madre.
  • Fracturas de costillas: Sí, has leído bien. La fuerza ejercida puede ser tal que llegue a fracturar las costillas de la madre.
  • Hemorragias y hematomas: Tanto internos como externos, debido al daño en los tejidos y vasos sanguíneos.
  • Daño en el suelo pélvico: Puede provocar o agravar problemas a largo plazo como la incontinencia urinaria o el prolapso de órganos pélvicos.

Riesgos para el bebé:

  • Fractura de clavícula o húmero: La presión puede dañar los frágiles huesos del bebé.
  • Hipoxia y sufrimiento fetal: La compresión del útero puede afectar al flujo de sangre y oxígeno que le llega al bebé a través del cordón umbilical.
  • Lesiones en el plexo braquial: Un estiramiento forzado del cuello del bebé puede dañar los nervios que van del cuello al brazo, causando parálisis temporal o permanente.
  • Traumatismos craneales: La presión directa puede causar lesiones en la cabeza del bebé.

Ante esta lista, la pregunta es obvia: ¿merece la pena correr semejantes riesgos por una técnica cuya efectividad está más que en entredicho? La respuesta es un no rotundo.

Cuando la ayuda se convierte en violencia: la maniobra de Kristeller y la violencia obstétrica

Aquí es donde entramos en un terreno delicado pero imprescindible. ¿Por qué se considera la maniobra de Kristeller un acto de violencia obstétrica?

La violencia obstétrica no es solo una agresión física. Es cualquier acción u omisión por parte del personal de salud que dañe física o psicológicamente a la mujer durante el embarazo, el parto o el posparto. Incluye prácticas innecesarias, realizadas sin consentimiento informado, y un trato deshumanizado o irrespetuoso.

La maniobra de Kristeller encaja perfectamente en esta definición por varios motivos:

  1. Se realiza sin consentimiento informado: En la gran mayoría de los casos, a la mujer no se le explica qué le van a hacer, ni los riesgos que conlleva. Simplemente, se ejecuta. Se le roba la capacidad de decidir sobre su propio cuerpo.
  2. Es una práctica dañina y no recomendada: Realizar un procedimiento desaconsejado por las principales autoridades sanitarias, y que puede causar secuelas graves, es una mala praxis y un acto violento.
  3. Anula a la mujer: Convierte a la madre, la protagonista de su parto, en un objeto pasivo. Se le arrebata el control y se ignora su capacidad para dar a luz por sí misma. El mensaje implícito es «tú no puedes, ya lo hago yo por ti».

El impacto no es solo físico. La experiencia de sufrir una maniobra de Kristeller puede dejar secuelas psicológicas profundas: sensación de agresión, estrés postraumático, miedo a futuros partos y un sentimiento de haber sido violentada en uno de los momentos más importantes de su vida.

El camino hacia un parto respetado: la alternativa real

Frente a estas prácticas invasivas, emerge con fuerza el concepto de parto respetado. Un parto respetado no es un tipo de parto, sino una filosofía de atención. Significa poner a la mujer y a su bebé en el centro, respetar sus tiempos, sus decisiones y su fisiología.

En lugar de recurrir a una maniobra peligrosa para «acelerar» las cosas, un parto respetado aboga por alternativas seguras y eficaces como:

  • Paciencia: Respetar el ritmo natural del parto.
  • Libertad de movimiento: Permitir a la mujer adoptar las posturas que le resulten más cómodas y eficaces para empujar (cuclillas, de lado, a cuatro patas…).
  • Apoyo continuo: La presencia de una persona de confianza y de profesionales que ofrezcan aliento y seguridad es clave.
  • Uso adecuado de la oxitocina o la epidural: Cuando son necesarias y con el consentimiento de la madre.

Un parto respetado es un parto en el que te sientes segura, informada y, sobre todo, protagonista. Es tu cuerpo, tu bebé y tu historia.

En definitiva, la maniobra de Kristeller es un vestigio de una obstetricia antigua y paternalista que no tiene cabida en una atención al parto moderna, segura y centrada en la mujer. Conocerla es el primer paso para poder rechazarla si te la proponen. Habla con tu matrona, elabora un plan de parto y no dudes en expresar tus deseos y tus límites. Tienes derecho a un parto libre de violencia, un parto respetado.

Preguntas Frecuentes

Q: ¿Existe alguna situación en la que la maniobra de Kristeller esté justificada o sea segura?

A: No. Rotundamente no. Las principales autoridades sanitarias a nivel mundial, como la OMS, desaconsejan su uso en cualquier circunstancia. Los graves riesgos de lesiones para la madre y el bebé, como la rotura uterina o las fracturas, superan con creces cualquier supuesto y no demostrado beneficio. Siempre existen alternativas más seguras y respetuosas.

Q: ¿Qué puedo hacer para asegurarme de que no me practiquen esta maniobra durante el parto?

A: La comunicación activa y la preparación son clave. Elabora un plan de parto por escrito donde expreses de forma explícita que no consientes la realización de la maniobra de Kristeller. Habla sobre este punto con tu ginecólogo/a y matrona durante las visitas prenatales. Además, es fundamental que tu acompañante en el parto conozca tus deseos y pueda actuar como tu portavoz si es necesario.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *