Lavados nasales en bebés: Cómo hacerlos correctamente paso a paso (y sin dramas)

Lavados nasales en bebés: Cómo hacerlos correctamente paso a paso (y sin dramas)

Ese ruidito. Ese «grrr, grrr» que te dice que tu bebé tiene la nariz hasta arriba de mocos. No puede respirar bien, le cuesta comer y por las noches es una batalla continua. Te sientes impotente y te preguntas: ¿cómo sacar mocos de esa naricilla tan pequeña de forma segura?

La respuesta, aunque a muchos padres nos dé pánico al principio, es más sencilla de lo que parece: los lavados nasales.

Seamos sinceros, la primera vez que oyes hablar de meterle suero a presión a tu bebé, te imaginas una escena dramática. Pero respira hondo, porque estamos aquí para desmontar el mito. Hacer un lavado nasal no tiene por qué ser un trauma ni para ti ni para tu peque. De hecho, es una de las herramientas más poderosas que tienes para garantizar su bienestar.

En esta guía te vamos a contar el paso a paso, los trucos de experto y todo lo que necesitas saber para convertirte en un profesional de los lavados nasales.

¿Por qué son tan importantes los lavados nasales?

Antes de ponernos manos a la obra, es fundamental entender por qué este gesto es tan beneficioso. Los bebés, especialmente durante sus primeros meses, respiran casi exclusivamente por la nariz. No saben sonarse los mocos y una nariz taponada es mucho más que una simple molestia.

  • Facilita la alimentación: Si no puede respirar por la nariz, le resultará casi imposible coordinar la succión y la respiración para comer, ya sea pecho o biberón.
  • Mejora el descanso: Un bebé que respira bien, duerme mejor. Y si el bebé duerme, ¡tú también!
  • Previene infecciones: Mantener las fosas nasales limpias ayuda a evitar que los mocos se acumulen y deriven en problemas más serios como otitis o sinusitis.
  • Ayuda en casos de resfriados y bronquiolitis: Una correcta higiene nasal es clave para aliviar los síntomas y evitar que un simple catarro se complique. De hecho, en casos de bronquiolitis en bebés, los lavados nasales son una de las principales recomendaciones pediátricas para ayudarles a respirar mejor.

Antes de empezar: ¿Qué necesitas?

No te compliques. No necesitas un equipo de la NASA. Con tener esto a mano es suficiente:

  1. Suero fisiológico: Puedes comprarlo en formato monodosis (muy práctico) o en una botella más grande. Es simplemente una solución salina estéril.
  2. Una jeringuilla de 2 ml o 5 ml (sin aguja, por supuesto): Es el método más eficaz y recomendado por los pediatras para controlar la presión y la cantidad de suero.
  3. Una toalla o empapador: Para colocar debajo del bebé y no poner todo perdido.

Un consejo: tenlo todo preparado antes de coger al bebé. La rapidez es tu aliada.

Cómo hacer los lavados nasales en bebés: Guía paso a paso

Aquí llega el momento de la verdad. Recuerda: seguridad, calma y confianza. Tu bebé nota tu nerviosismo. ¡Vamos allá!

Paso 1: Prepara el terreno (y al bebé)

Elige una superficie segura y cómoda, como el cambiador o la cama. Coloca la toalla o el empapador. Carga la jeringuilla con unos 2 ml de suero fisiológico para empezar. Si tu bebé es muy pequeño (menos de 3 meses), con 1-2 ml será suficiente. Si es más mayorcito, puedes usar hasta 5 ml.

Paso 2: La posición correcta es la clave

Este es el paso más importante para un lavado nasal seguro y efectivo. Nunca, jamás, hagas el lavado con el bebé boca arriba. El líquido podría irse hacia el oído y provocar una otitis.

La posición correcta es tumbado de lado. Si vas a limpiar el orificio nasal derecho, tumba al bebé sobre su lado izquierdo. Y viceversa. También puedes hacerlo con el bebé sentado y la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado.

Paso 3: La técnica del lavado nasal

Con el bebé tumbado de lado, sujétale con firmeza pero con cariño para que no se mueva bruscamente.

  1. Introduce la punta de la jeringuilla (sin aguja, insistimos) en el orificio nasal que queda arriba.
  2. Aprieta la jeringuilla de forma rápida y firme, pero sin ser brusco. El objetivo es que el suero entre con la presión suficiente para arrastrar la mucosidad hacia el otro orificio nasal. Verás cómo el suero y los moquitos salen por la fosa nasal de abajo. ¡Éxito!
  3. Si parte del suero se lo traga, no te preocupes, es totalmente inofensivo.

Según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), esta técnica es fundamental para limpiar las vías respiratorias altas. Puedes leer más sobre sus recomendaciones de cuidados para el bebé.

Paso 4: Repite en el otro lado

Ahora, con suavidad, gira al bebé y túmbalo sobre el otro lado. Repite exactamente el mismo proceso en el otro orificio nasal.

Paso 5: Después del lavado

Una vez termines, incorpora al bebé con cuidado para ayudarle a expulsar los restos de mucosidad que puedan quedar. Puedes darle unas palmaditas suaves en la espalda. Limpia su carita con una gasa suave y ¡listo! Un abrazo y un mimo después del «mal trago» siempre ayudan.

Errores comunes (y cómo evitarlos para un lavado sin dramas)

  • Hacerlo demasiado lento: Si introduces el suero gota a gota, no creas la corriente de arrastre necesaria. Es un chorro firme y continuo, no un goteo.
  • Usar aspiradores nasales de pera (las «peritas»): La mayoría de pediatras los desaconsejan. No son muy higiénicos y pueden crear un efecto de vacío que dañe el oído del bebé. Si usas un aspirador, que sea de aspiración bucal y siempre después del lavado, nunca en seco.
  • Hacerlo justo antes de comer o dormir: Intenta hacer los lavados nasales unos 15-20 minutos antes de las tomas o de acostarle. Así le das tiempo a tranquilizarse y a que las fosas nasales se despejen del todo.

Lavados nasales y la prevención de la bronquiolitis en bebés

Cuando llega el invierno, la palabra bronquiolitis resuena en todas las consultas de pediatría. Esta infección respiratoria, causada principalmente por el Virus Respiratorio Sincitial (VRS), afecta a los bronquiolos de los más pequeños.

Saber cómo sacar mocos de forma eficaz mediante lavados nasales frecuentes es una de las mejores herramientas de prevención. Al mantener la nariz despejada, reducimos la carga viral y evitamos que la mucosidad baje al pecho, que es donde se origina el problema.

Según la Asociación Española de Pediatría (AEPED), una buena higiene nasal es fundamental en el tratamiento domiciliario de la bronquiolitis leve. Ojo: el lavado nasal alivia, pero no cura. Si tu bebé presenta dificultad para respirar (se le marcan las costillas), respiración muy rápida, está muy adormilado o rechaza el alimento, acude a urgencias sin dudarlo.

En definitiva, los lavados nasales pueden parecer intimidantes, pero son un acto de cuidado y amor. Con la técnica correcta y un poco de práctica, pasarán de ser un drama a un trámite rápido que le dará a tu bebé un alivio inmenso. Y un bebé que respira feliz es un bebé feliz. ¡Y unos padres mucho más tranquilos

Preguntas Frecuentes

Q: ¿Con qué frecuencia debo hacerle los lavados nasales a mi bebé?

A: No hay una regla fija. Debes realizar los lavados nasales siempre que notes a tu bebé congestionado, especialmente unos 15-20 minutos antes de las tomas y de dormir para facilitar su alimentación y descanso. Durante un resfriado, puede que necesites hacerlos varias veces al día. Si el bebé respira con normalidad, no es necesario hacerlos.

Q: ¿Es peligroso si mi bebé se traga el suero fisiológico con los mocos?

A: No, no es peligroso en absoluto. El suero fisiológico es una solución salina estéril y es completamente inofensivo si tu bebé lo traga. Lo mismo ocurre con la mucosidad que pueda ingerir durante el proceso.

Q: ¿Es mejor usar una jeringuilla o un aspirador nasal?

A: La jeringuilla es el método más eficaz y recomendado para realizar el lavado, ya que permite introducir el suero con la presión controlada necesaria para arrastrar la mucosidad. Los aspiradores de pera (‘peritas’) se desaconsejan. Los aspiradores de succión bucal pueden usarse como complemento, pero siempre *después* del lavado nasal para retirar los mocos ya reblandecidos, nunca sobre la nariz en seco.

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