La primera vez que el termómetro marca una cifra alta, el corazón de cualquier padre o madre se encoge. Es una reacción instintiva. La fiebre en bebés es una de las consultas pediátricas más frecuentes y una fuente inagotable de dudas. ¿Es grave? ¿Llamo al médico? ¿Le doy ya el antitérmico?
Respira. Antes de nada, queremos decirte que la fiebre no es una enfermedad, sino un síntoma. Es una señal de que el sistema inmunitario de tu pequeño está luchando contra una infección. En la mayoría de los casos, es una aliada. Pero, claro, eso no quita que nos preocupe.
En esta guía completa, vamos a desglosar todo lo que necesitas saber para manejar la fiebre en bebés con información y, sobre todo, mucha calma.
¿Qué es la fiebre y por qué aparece en los bebés?
De forma sencilla, la fiebre es un aumento temporal de la temperatura corporal. Consideramos que un bebé tiene fiebre cuando su temperatura rectal es igual o superior a 38 °C.
El cuerpo sube su «termostato» interno para crear un ambiente menos acogedor para los virus y bacterias. Es un mecanismo de defensa increíblemente eficaz. Las causas más comunes de la fiebre en bebes son:
- Infecciones virales: Como el resfriado común, la gripe o la roséola.
- Infecciones bacterianas: Otitis, infección de orina o neumonía.
- Reacciones a las vacunas: Es normal que aparezca una fiebre leve en las 24-48 horas posteriores.
- La dentición: Puede provocar una ligera subida de la temperatura (febrícula), pero no suele ser la causa de una fiebre alta.
Fiebre en bebés: ¿Cuándo debemos preocuparnos de verdad?
Aquí está la pregunta del millón. Más importante que el número que marca el termómetro es el estado general de tu bebé. Un niño con 39 °C que juega y sonríe es menos preocupante que uno con 38,2 °C que está muy irritable, lánguido o no quiere comer.
Sin embargo, hay situaciones que sí requieren atención médica inmediata.
La edad del bebé es clave
La edad es el factor más determinante para saber cuándo actuar.
- Bebés menores de 3 meses: Si tu bebé tiene menos de tres meses y presenta una temperatura rectal de 38 °C o más, debes acudir a urgencias de inmediato. A esta edad, su sistema inmunitario es muy inmaduro y una fiebre puede ser el único signo de una infección grave. No le des ningún medicamento antitérmico antes de que lo vea un médico.
- Bebés de 3 a 6 meses: Si la fiebre supera los 39 °C o si, aunque sea más baja, el bebé está muy decaído, irritable o rechaza el alimento, contacta con tu pediatra.
- Bebés mayores de 6 meses: En este caso, el estado general del bebé es tu mejor guía. Si la fiebre dura más de 48-72 horas o si va acompañada de otros síntomas preocupantes, es momento de consultar.
Señales de alarma que acompañan a la fiebre
Independientemente de la edad (salvo en los menores de 3 meses, donde la fiebre ya es una urgencia), busca atención médica si la fiebre se acompaña de:
- Dificultad para respirar: Respiración muy agitada, se le marcan las costillas, etc.
- Letargo o irritabilidad extremos: Está somnoliento, es difícil despertarle o, por el contrario, llora de forma inconsolable.
- Erupción cutánea: Especialmente si son manchas de color rojo oscuro o morado que no desaparecen al presionar la piel.
- Signos de deshidratación: Boca seca, llanto sin lágrimas, menos pañales mojados de lo habitual.
- Vómitos o diarrea persistentes.
- Convulsiones.
¿Cómo actuar en casa ante la fiebre en bebés?
Si has descartado las señales de alarma y el pediatra te ha indicado que puedes manejar la situación en casa, el objetivo principal no es eliminar la fiebre a toda costa, sino conseguir que tu bebé se sienta cómodo.
Medidas para el confort del bebé
- Hidratación constante: Ofrecele el pecho o el biberón con más frecuencia. Si ya toma agua, ofrécesela también. Un cuerpo hidratado gestiona mucho mejor la fiebre.
- Ropa ligera: Olvídate de abrigarle en exceso. El calor necesita salir. Vístelo con una capa de ropa ligera de algodón. Si tiene escalofríos, puedes taparle con una sabanita fina hasta que se le pasen.
- Ambiente agradable: Mantén la habitación a una temperatura confortable, en torno a los 20-22 °C.
El uso de antitérmicos: ¿Sí o no?
Los medicamentos para bajar la fiebre (antitérmicos), como el paracetamol o el ibuprofeno (este último solo para mayores de 6 meses), se deben usar para aliviar el malestar del bebé, no para bajar un número.
Si tu bebé tiene 38,5 °C pero está tranquilo y duerme, no es necesario despertarlo para darle la medicina. Si, en cambio, está molesto, lloroso e incómodo, el antitérmico le ayudará a sentirse mejor. Sigue siempre las pautas de dosificación de tu pediatra basadas en el peso del niño, no en su edad.
Mitos y verdades sobre la fiebre
El «doctor Google» y los consejos de la abuela a veces pueden generar más confusión. Aclaremos un par de puntos clave.
¿Qué pasa con la fiebre sin otros síntomas?
A veces aparece la temida fiebre sin otros síntomas. El bebé está caliente, pero no tiene mocos, ni tos, ni parece que le duela nada. Esto puede ser desconcertante. En muchos casos, se debe a una infección viral leve y autolimitada, como la roséola (que cursa con 3 días de fiebre alta y luego una erupción).
Si tu bebé tiene fiebre sin otros síntomas pero su estado general es bueno, mantén la calma, ofrécele líquidos y vigílalo. Si la fiebre persiste más de 48 horas o si su estado empeora, consulta con tu pediatra para descartar otras causas, como una infección de orina.
Las temidas convulsiones febriles
Este es uno de los mayores miedos de los padres. Las convulsiones febriles son episodios de sacudidas que pueden ocurrir en niños pequeños (normalmente entre 6 meses y 5 años) cuando la fiebre sube muy rápidamente.
Ver una es muy angustioso, pero la buena noticia es que, como explican desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) en su web para familias, la mayoría de las convulsiones febriles son inofensivas y no dejan secuelas neurológicas.
¿Qué hacer si ocurren?
* Mantén la calma.
* Coloca al niño de lado en una superficie segura.
* No le metas nada en la boca.
* Controla la duración de la convulsión.
* Cuando termine, acude a un servicio de urgencias para que lo valoren.
Es importante saber que los antitérmicos no previenen las convulsiones febriles, ya que estas se producen por la subida brusca de la temperatura, no por el grado de fiebre alcanzado.
Conclusión: La fiebre es una aliada, pero la observación es tu mejor herramienta
Entender la fiebre en bebes te da poder para actuar con serenidad. Recuerda que no es tu enemiga, sino una señal de que el cuerpo de tu hijo está haciendo su trabajo.
Tu papel como padre o madre es observar, dar confort y saber reconocer las señales que indican que es momento de pedir ayuda profesional. Nadie conoce a tu bebé mejor que tú. Confía en tu instinto y, ante la duda, contacta siempre con tu pediatra.
Preguntas Frecuentes
Q: Si mi bebé tiene 39,5 °C pero está contento y jugando, ¿debería darle un antitérmico para bajar la temperatura?
A: No, no es necesario. Los medicamentos antitérmicos se administran para aliviar el malestar, el dolor o la irritabilidad asociados a la fiebre, no para tratar un número específico en el termómetro. Si el bebé se encuentra bien, activo y cómodo a pesar de la temperatura, es mejor dejar que su sistema inmunitario actúe sin medicación.
Q: Mi bebé sigue con fiebre después de darle paracetamol, ¿puedo alternarlo con ibuprofeno?
A: La pauta de alternar antitérmicos como el paracetamol y el ibuprofeno (este último solo en mayores de 6 meses) debe ser indicada siempre por tu pediatra. Aunque es una práctica común, es crucial seguir sus indicaciones precisas sobre dosis y horarios para evitar errores. Recuerda que el objetivo principal no es que la fiebre desaparezca por completo, sino que el bebé se sienta más cómodo.
Q: La dentición de mi bebé le está causando mucho malestar, ¿puede ser la causa de una fiebre alta?
A: No, la dentición no causa fiebre alta. Puede provocar un ligero aumento de la temperatura corporal, lo que se conoce como febrícula (por debajo de 38 °C), y cierta irritabilidad. Si tu bebé tiene una fiebre superior a 38 °C, la causa es probablemente una infección (viral o bacteriana) y no debe atribuirse únicamente a la salida de los dientes.
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