De repente, cuando creías que ya le habías pillado el truco a la lactancia y tu bebé tenía unas rutinas más o menos estables, todo salta por los aires. Tu pequeño, que antes se quedaba satisfecho tras cada toma, ahora parece un pozo sin fondo. Quiere estar enganchado al pecho constantemente, llora si le separas y tus pechos, que antes notabas llenos, ahora los sientes «vacíos».
¿Te suena esta situación? Si estás asintiendo con la cabeza, respira hondo. No estás perdiendo la leche, ni tu bebé te está manipulando. Lo más probable es que estéis viviendo vuestro primer (o segundo, o tercero…) brote de crecimiento.
También conocidos como crisis de lactancia, estos periodos son completamente normales, esperables y, aunque agotadores, son una señal de que tu bebé está creciendo sano y fuerte.
¿Qué es exactamente un brote de crecimiento?
Imagina que tu cuerpo y tu bebé tienen una conversación constante. El lenguaje que usan es la succión y la leche. Un brote de crecimiento es, simplemente, un momento en el que tu bebé necesita «pedir» un aumento en la producción de leche para cubrir sus nuevas necesidades energéticas.
Durante estas fases, los bebés crecen a un ritmo vertiginoso y su cerebro se desarrolla a toda velocidad. Para sostener este maratón de desarrollo, necesitan más combustible. ¿Y cuál es su combustible? Tu leche.
La única manera que tiene tu bebé de decirle a tu cuerpo «¡eh, necesito más comida!» es mamando con más frecuencia e intensidad. Este aumento de la demanda envía una señal directa a tu cerebro para que incremente la producción. Es un sistema perfecto de oferta y demanda.
Cómo identificar los brotes de crecimiento o crisis de lactancia
Aunque cada bebé es un mundo, hay señales bastante claras que te indicarán que estáis en medio de un brote de crecimiento.
Aumento radical de la demanda
Es el síntoma estrella. El bebé quiere mamar a todas horas, de día y de noche. Las tomas que antes duraban 20 minutos ahora se eternizan o se suceden cada 45 minutos. Parece que no se sacia nunca y solo se calma al pecho.
Irritabilidad y nerviosismo al mamar
Es muy común que el bebé se muestre inquieto mientras mama. Puede que se enganche, succione un poco, se suelte llorando, se arquee hacia atrás y vuelva a buscar el pecho desesperadamente. Esto es frustrante, pero tiene una explicación. El bebé está acostumbrado a un flujo de leche inmediato y, durante la crisis de lactancia, el aumento de producción no es instantáneo. Se impacienta esperando esa «subida» de leche.
Cambios en el sueño
Si tu bebé ya dormía algunas horas seguidas por la noche, es probable que durante un brote de crecimiento vuelva a despertarse con mucha más frecuencia para comer. Recuerda, está trabajando para ajustar tu producción, y ese trabajo no entiende de horarios.
La falsa sensación de «no tengo suficiente leche»
Esta es, quizás, la parte más difícil para la madre. Al mamar tan a menudo, no das tiempo a que los pechos se sientan «llenos» como antes. Es crucial entender que tener los pechos blandos no significa no tener leche. La leche se produce constantemente, sobre todo en respuesta a la succión.
Muchas madres, angustiadas, piensan que su producción ha disminuido y se plantean introducir la lactancia mixta. Si tu deseo es mantener la lactancia materna exclusiva, intenta evitar la suplementación. Dar un biberón en este momento puede interferir en el mensaje que tu bebé le está enviando a tu cuerpo, reduciendo la estimulación y, por tanto, la producción.
¿Cuándo ocurren estas crisis de lactancia?
Los brotes de crecimiento suelen ocurrir en momentos clave del desarrollo del bebé. Aunque no es una ciencia exacta, los más comunes son:
- A los 7-10 días: El bebé recupera el peso del nacimiento y necesita un primer empujón.
- A las 2-3 semanas: Otro estirón importante.
- A las 6-8 semanas: Uno de los brotes más conocidos y, a menudo, intensos.
- A los 3 meses: La famosa crisis de lactancia de los tres meses es un poco diferente. Aquí, el bebé se ha vuelto un experto mamando y vacía el pecho en pocos minutos. Además, tu producción se ha ajustado y ya no goteas ni sientes las subidas tan intensamente. El bebé, que ahora también es mucho más consciente del mundo que le rodea, se distrae con cualquier cosa. Esta combinación puede hacerte pensar que rechaza el pecho o que no come lo suficiente.
- A los 6, 12 y 24 meses: Pueden ocurrir otras crisis relacionadas con hitos del desarrollo como el inicio de la alimentación complementaria, el gateo o el empezar a andar.
Para más información sobre las etapas, la Asociación Española de Pediatría (AEPED) tiene una guía excelente que puede servirte de referencia.
Consejos para sobrevivir (¡y disfrutar!) de un brote de crecimiento
Sí, has leído bien, disfrutar. Aunque parezca imposible en medio del caos, estos días de demanda intensa son una oportunidad increíble para fortalecer vuestro vínculo.
- Confianza ciega en tu cuerpo y en tu bebé: Repítete como un mantra: «Mi cuerpo es sabio, mi bebé sabe lo que necesita». Estáis diseñados para superar esto juntos.
- Paciencia y libertad total: Olvídate del reloj. Alimenta a demanda significa exactamente eso: cuando el bebé quiera, el tiempo que quiera. Ponte cómoda en el sofá, prepara agua, algo de picar, el móvil y tu serie favorita. Ríndete a la situación.
- Cuídate mucho: Estás haciendo un trabajo titánico. Bebe mucha agua, come bien y delega todo lo demás. Pide ayuda a tu pareja, familia o amigos. Una ducha tranquila o dormir 20 minutos seguidos pueden marcar la diferencia.
- Mucho piel con piel: El contacto directo no solo calma al bebé, sino que también estimula tus hormonas de producción de leche (prolactina) y del amor (oxitocina). Es beneficioso para ambos.
- Busca tu tribu: Hablar con otras madres que estén pasando o hayan pasado por lo mismo es increíblemente reconfortante. Busca grupos de apoyo a la lactancia en tu zona o en línea.
Estos periodos intensos de contacto y atención constante son una inversión directa en el apego seguro de tu hijo. Tu bebé no solo busca alimento, busca consuelo, seguridad y la confirmación de que estás ahí para él. Al responder a su necesidad, le estás enseñando que el mundo es un lugar seguro y que él es digno de amor y cuidado.
Recuerda, cada crisis de lactancia es temporal. Suelen durar entre 2 y 7 días. Después, la calma volverá, tu producción se habrá ajustado y tendréis una nueva rutina, hasta el próximo estirón. ¡Estás haciendo un trabajo increíble
Preguntas Frecuentes
Q: ¿Cuánto tiempo dura normalmente un brote de crecimiento?
A: Un brote de crecimiento o crisis de lactancia suele durar entre 2 y 7 días. Es un periodo corto e intenso en el que tu bebé trabaja para ajustar tu producción de leche a sus nuevas necesidades. Una vez que tu cuerpo responde y aumenta la oferta, la calma vuelve y las tomas se espacian de nuevo.
Q: Mis pechos se sienten blandos y ‘vacíos’ todo el tiempo. ¿De verdad tengo leche suficiente para mi bebé?
A: Sí, es crucial entender que tener los pechos blandos no significa no tener leche. La leche se produce constantemente en respuesta a la succión del bebé. Cuando tu hijo mama con mucha frecuencia, no da tiempo a que la leche se acumule y sientas esa tensión de ‘pecho lleno’, pero la producción sigue activa. Es una señal de que tu lactancia está funcionando correctamente y se ajusta a la demanda.
Q: ¿Es una mala idea darle un biberón de fórmula para poder descansar un poco durante una crisis?
A: Si tu objetivo es mantener la lactancia materna exclusiva, lo ideal es evitar la suplementación. El aumento de la demanda de tu bebé es precisamente el mensaje que tu cuerpo necesita para producir más leche. Dar un biberón interrumpe esta comunicación, reduce la estimulación en el pecho y puede provocar que tu producción no aumente como debería para superar el brote.
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