Crianza Positiva no es Permisividad: Descubre la Diferencia Clave
«¡Eso de la crianza positiva es dejar que los niños se suban a la chepa!». Seguro que has oído o incluso pensado algo parecido. Es una de las confusiones más extendidas en el mundo de la paternidad y la maternidad hoy en día. Asociamos la ausencia de gritos y castigos con una falta total de normas, con un «todo vale» que nos aterra.
Pero, ¿y si te dijera que la crianza positiva es, en realidad, todo lo contrario a la permisividad?
La realidad es que la crianza positiva no solo no es permisividad, sino que es una de las herramientas más potentes que tenemos para educar niños seguros, respetuosos y con una gran inteligencia emocional. El problema es un malentendido fundamental.
En este artículo, vamos a desmontar este mito. Vamos a explorar qué es realmente la crianza positiva, por qué la confundimos con dejar hacer y, lo más importante, cómo encontrar ese equilibrio mágico entre la firmeza y el cariño.
¿Qué es Realmente la Crianza Positiva? Más Allá del Mito
La crianza positiva, a menudo llamada disciplina positiva, es un modelo educativo que se basa en el respeto mutuo y la conexión emocional como pilares para guiar a nuestros hijos. No se trata de eliminar las reglas, sino de cambiar la forma en que las establecemos y las hacemos cumplir.
Sus principios fundamentales son:
- Conexión antes que corrección: Antes de corregir un comportamiento, nos aseguramos de que el niño se sienta visto, escuchado y querido. Un niño que se siente conectado está mucho más dispuesto a cooperar.
- Firmeza y amabilidad, al mismo tiempo: Este es el corazón del asunto. La amabilidad muestra respeto por el niño y sus sentimientos. La firmeza muestra respeto por la situación, por las necesidades de los demás y por nosotros mismos. No es una contradicción, es un equilibrio.
- Enfoque en soluciones, no en castigos: En lugar de preguntar «¿Quién ha sido?» o «¿Cuál es el castigo?», la pregunta es: «¿Qué ha pasado y cómo podemos solucionarlo juntos?». Se trata de enseñar habilidades para la vida, como la resolución de conflictos o la reparación del daño.
- Validación emocional: Todas las emociones son válidas. El enfado, la tristeza o la frustración no son «malas». Lo que guiamos es la conducta que se deriva de esa emoción. «Entiendo que estés muy enfadado, pero no podemos pegar».
La crianza positiva ve los «malos comportamientos» no como un acto de maldad, sino como una comunicación. Un niño que se porta mal está tratando de decirnos algo. Nuestra labor es descifrar ese mensaje y enseñarle formas más adecuadas de expresarse.
El Espejismo de la Permisividad: ¿Por Qué Confundimos Ambos Estilos?
La permisividad, por otro lado, es un estilo de crianza caracterizado por una baja exigencia y una alta sensibilidad. Los padres permisivos son muy cariñosos, pero establecen pocas o ninguna regla. Ceden constantemente a los deseos del niño para evitar el conflicto y actúan más como amigos que como guías.
La gran confusión nace de un punto en común: ambos estilos evitan el castigo tradicional.
Ni en la crianza positiva ni en la permisividad verás, por norma general, gritos, azotes o castigos humillantes. Y como nuestra sociedad ha asociado durante décadas la «buena educación» con el autoritarismo, cualquier cosa que se aleje de él nos parece, a primera vista, un caos sin control.
Sin embargo, las consecuencias de la permisividad son muy negativas para el desarrollo del niño:
- Inseguridad: Aunque parezca paradójico, la ausencia de límites genera una profunda inseguridad. Los niños necesitan saber hasta dónde pueden llegar para sentirse seguros.
- Baja tolerancia a la frustración: Si siempre consiguen lo que quieren, no desarrollan herramientas para gestionar el «no».
- Dificultades en las relaciones sociales: No aprenden a respetar las necesidades y los límites de los demás.
- Falta de autorregulación: Les cuesta mucho más gestionar sus impulsos y emociones por sí mismos.
La Diferencia Clave: Los Límites como Brújula
Aquí está el quid de la cuestión. La diferencia fundamental entre la crianza positiva y la permisividad es la presencia y la calidad de los límites.
| Característica | Crianza Positiva | Estilo Permisivo |
| :— | :— | :— |
| Límites | Claros, consistentes y respetuosos. | Inexistentes o inconsistentes. |
| Rol del Adulto | Guía, líder empático. | Amigo, complaciente. |
| Enfoque | Enseñar habilidades, solucionar problemas. | Evitar conflictos, satisfacer deseos. |
| Mensaje al Niño | «Te quiero y por eso te guío y te cuido». | «Tus deseos son lo más importante». |
| Resultado a Largo Plazo | Autonomía, responsabilidad, empatía. | Inseguridad, dependencia, egoísmo. |
Límites en la Crianza Positiva: Firmes pero Respetuosos
En la crianza positiva, los límites son la estructura que da seguridad al niño. Son como las paredes de una casa: le protegen y le dan un espacio seguro para crecer. La clave está en cómo se construyen y se mantienen esas paredes.
- Se explican con antelación: «En 5 minutos nos vamos del parque».
- Son claros y concretos: «Hablamos sin gritar» en lugar de «Pórtate bien».
- Se mantienen con empatía: «Sé que te lo estás pasando genial y te da pena irnos, pero es la hora de cenar. Mañana volvemos».
- Se enfocan en lo que SÍ se puede hacer: «Las paredes no se pintan, pero puedes pintar en este papel tan grande».
Permisividad: La Ausencia de Guía
En un estilo permisivo, el límite no existe o se desvanece al primer signo de protesta. Siguiendo el ejemplo anterior: el niño llora porque no quiere irse del parque y el padre o la madre cede «Venga, vale, un rato más…», aunque ese rato se convierta en una hora y lleguen tarde a casa.
El mensaje que recibe el niño es que sus deseos están por encima de las normas y de las necesidades de los demás. No aprende a gestionar su frustración y entiende que protestar es la herramienta para conseguir lo que quiere.
Guía Práctica: ¿Cómo Aplicar la Crianza Positiva sin Caer en la Permisividad?
Vale, la teoría está clara. Pero, ¿cómo lo llevamos al día a día sin volvernos locos?
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Valida la emoción, pero no la acción. «Entiendo que estés muy enfadado porque tu hermano ha cogido tu juguete. Es normal sentirse así. Pero no está bien pegarle. Vamos a buscar una solución». Con esto, el niño se siente comprendido, pero aprende que hay formas y formas de actuar.
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Ofrece opciones limitadas y aceptables. Darle al niño cierto poder de elección dentro de tus límites es mágico. En lugar de «¿Quieres bañarte?», que invita a un «no», prueba con «¿Quieres bañarte con el patito o con el barco?». La decisión final (bañarse) no es negociable, pero él siente que tiene control sobre una parte.
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Usa consecuencias lógicas y naturales. Olvídate de castigos que no tienen nada que ver con la falta.
- Consecuencia natural: Si no se pone el abrigo, sentirá frío. (¡Ojo! Siempre garantizando su seguridad).
- Consecuencia lógica: Si pinta la pared, tiene que ayudar a limpiarla. Si no recoge los juguetes, los guardamos hasta mañana porque no podemos caminar por el salón.
La consecuencia enseña sobre la responsabilidad de nuestros actos. Para más información sobre los estilos de crianza y sus efectos, puedes consultar fuentes de referencia como la visión general de los estilos parentales en Wikipedia, que se basa en la investigación pionera de Diana Baumrind.
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Enfócate en la conexión diaria. Un niño que tiene «lleno su tanque» de atención y afecto coopera mucho más. Busca cada día pequeños momentos de conexión real: 10 minutos de juego en el suelo sin móviles, una charla sobre su día mientras preparas la cena, un cuento antes de dormir.
Educar con respeto no es un camino de perfección, sino de intención. Habrá días en que pierdas la paciencia y otros en los que cedas cuando no debías. No pasa nada. La crianza positiva también implica ser amables con nosotros mismos, pedir perdón si es necesario y volver a intentarlo.
La próxima vez que alguien te diga que la crianza positiva es permisividad, sonríe. Ahora sabes que no es una ausencia de límites, sino una forma mucho más profunda y consciente de construirlos: con amor, respeto y la vista puesta en el adulto increíble en que se convertirá tu hijo.
Preguntas y Respuestas
Q: ¿Poner límites no va en contra de la crianza respetuosa?
A: Al contrario, los límites son una profunda muestra de amor y cuidado. Proporcionan seguridad al niño y le enseñan cómo funciona el mundo y cómo convivir. La clave de la crianza respetuosa está en cómo se establecen esos límites: con empatía, firmeza y respeto, no desde el autoritarismo o el miedo.
Q: ¿Qué hago si mi hijo tiene una rabieta cuando le pongo un límite?
A: Es una reacción normal que expresa frustración. Tu papel es acompañar esa emoción con calma, validando su sentimiento ('entiendo que te enfades mucho'), pero manteniendo el límite firme ('aun así, la norma es esta'). La rabieta pasará, y el niño aprenderá a gestionar la frustración mientras se siente seguro y querido.
Q: ¿La crianza positiva funciona también con adolescentes?
A: Sí, los principios de respeto mutuo, comunicación y conexión son aún más cruciales en la adolescencia. La aplicación cambia, enfocándose más en la negociación, la búsqueda de acuerdos y el fomento de su autonomía y responsabilidad, pero la base filosófica es la misma.
Q: ¿Es lo mismo disciplina positiva que crianza positiva?
A: Son conceptos muy relacionados y a menudo se usan como sinónimos. Siendo estrictos, la 'crianza positiva' es el marco filosófico general sobre la relación con los hijos. La 'disciplina positiva' es el conjunto de herramientas y estrategias concretas que se usan dentro de ese marco para guiar, enseñar y poner límites sin recurrir a castigos.
Q: ¿No es más fácil ceder para evitar una discusión?
A: A corto plazo, ceder puede parecer la salida fácil para evitar un conflicto. Sin embargo, a largo plazo es perjudicial, ya que enseña al niño que no hay reglas consistentes y le dificulta desarrollar habilidades esenciales como la tolerancia a la frustración, la empatía y la autorregulación.
Q: ¿Cuál es la diferencia entre una consecuencia y un castigo?
A: Un castigo es punitivo, busca que el niño 'pague' por su error y a menudo no está relacionado con la acción (ej: 'por contestar, te quedas sin postre'). Una consecuencia está directamente relacionada con el acto, es respetuosa y su objetivo es enseñar (ej: 'si tiras la comida al suelo, tienes que ayudar a limpiarla').