El «¡comparte con tu hermano!» es casi un mantra en cualquier casa con más de un niño. Lo repetimos hasta la saciedad, esperando que, por arte de magia, aprendan a llevarse bien y a no pelear por el último coche de juguete. Pero, ¿y si en lugar de imponer, enseñamos? ¿Y si hubiera una forma más divertida y eficaz de inculcarles el valor de la colaboración?
Aquí es donde entran en acción los juegos cooperativos. Una herramienta increíblemente poderosa que a menudo pasamos por alto.
¿Qué son exactamente los juegos cooperativos?
Es simple: a diferencia de los juegos competitivos donde hay un único ganador (y varios perdedores), en los juegos cooperativos todos los jugadores unen fuerzas para alcanzar un objetivo común. O ganan todos juntos, o pierden todos juntos.
El enemigo no es el otro jugador, sino el propio juego, un desafío o un problema que deben superar unidos. Esto cambia por completo la dinámica y abre la puerta a un aprendizaje social y emocional brutal.
Más allá de compartir: Los beneficios de jugar juntos
Cuando los niños participan en juegos cooperativos, no solo se divierten. Están desarrollando, sin darse cuenta, habilidades fundamentales para la vida.
Fomentan el trabajo en equipo de forma natural
En un juego cooperativo, el éxito individual no sirve de nada si el equipo no avanza. Para ganar, necesitan escucharse, aportar ideas, coordinarse y apoyarse mutuamente.
De repente, el niño que siempre quiere mandar se da cuenta de que necesita la habilidad de su compañero más tranquilo. Y el más tímido descubre que su opinión es valiosa para el grupo. Aprenden que sumar fuerzas les hace más fuertes, una lección clave para trabajar en equipo en el colegio, en los deportes y, en el futuro, en su vida adulta.
Una escuela para la resolución de problemas
¿Qué pasa cuando el equipo se atasca? ¿O cuando dos jugadores tienen ideas diferentes sobre cómo seguir? Estos pequeños conflictos son oro puro.
En lugar de que un adulto intervenga como árbitro, el propio juego les empuja a negociar, a argumentar sus puntos de vista y a encontrar una solución que beneficie a todos. Este es un entrenamiento fantástico para la resolución de problemas en la vida real. Aprenden a gestionar la frustración, a ceder y a buscar el consenso.
Construyen la empatía y la comunicación
Para poder colaborar, es imprescindible comunicarse. Los niños aprenden a expresar sus ideas de forma clara y, lo que es más importante, a escuchar las de los demás.
Se ven obligados a pensar: «¿qué necesita mi compañero para que podamos avanzar?». Este ejercicio constante de ponerse en el lugar del otro es la base de la empatía. Como bien señalan los expertos en desarrollo infantil del Hospital Sant Joan de Déu en su plataforma Faros, el juego cooperativo es una herramienta excepcional para educar en valores como la solidaridad y el respeto.
Ideas de juegos cooperativos para empezar en casa
No necesitas comprar nada complicado para empezar a disfrutar de sus beneficios. ¡La creatividad es tu mejor aliada!
- La torre más alta: Un clásico. El objetivo es construir la torre más alta posible con bloques, pero cada jugador solo puede poner una pieza en su turno. Requiere paciencia, equilibrio y planificación conjunta.
- El nudo humano: Un grupo de niños se pone en círculo, estiran los brazos hacia el centro y cogen las manos de otras dos personas al azar. El objetivo es deshacer el nudo de brazos sin soltarse las manos. Risas y comunicación garantizadas.
- Cuidar de un «huevo»: Dadle al equipo un objeto frágil (un globo con un poco de agua, una patata…) y el reto de transportarlo de un punto a otro superando pequeños obstáculos sin que se «rompa». Tendrán que idear una estrategia para trabajar en equipo.
- Juegos de mesa cooperativos: Hoy en día existen muchísimos juegos de mesa diseñados específicamente para esto, donde los jugadores se enfrentan juntos a los desafíos que plantea el tablero.
La próxima vez que estalle una discusión por un juguete, respira hondo. Quizás la solución no sea tanto imponer el «¡comparte!» como proponer un «¡vamos a jugar juntos!». Los juegos cooperativos son una forma increíblemente divertida y eficaz de darles las herramientas que necesitan para trabajar en equipo y gestionar la resolución de problemas por sí mismos. Y esa, sin duda, es una de las mejores lecciones que podemos enseñarles.
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